El sueño es una actividad necesaria para la supervivencia de nuestro organismo. Las causas exactas de porqué necesitamos dormir todavía se desconocen, pero parece ser que principalmente cumple la función de dejar "descansar" nuestro cerebro y cuerpo de la actividad diaria. No se puede vivir mucho tiempo sin dormir, más de tres días sin conciliar el sueño en absoluto puede tener consecuencias desastrosas.
No todos necesitamos dormir el mismo número de
horas. Generalmente las personas más jóvenes, aquellas que realizan esfuerzos
físicos o psíquicos intensos, así como determinadas características
personales, suelen necesitar dormir más. Un niño puede precisar dormir unas
10 horas diarias, un adulto entre 6 y 8 horas, mientras que una persona de
edad avanzada puede tener suficiente con 5 o 6.
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Es muy importante que el sueño sea de calidad y
sin fragmentaciones. Cinco horas de sueño profundo y reparador pueden descansar
más que ocho horas sufriendo pesadillas o incomodidades. Pero el sueño no
supone solamente un mero descanso, sino que sirve también para descargar un
buen número de tensiones originadas durante la vigilia, y aquí es donde juega
su papel más importante nuestra capacidad de soñar.
Dormir y soñar son dos procesos íntimamente
unidos, aunque no siempre vayan acompañados. No soñamos durante todo el tiempo
que permanecemos dormidos, sino solamente durante algunos períodos concretos
llamados fases MOR (movimiento ocular rápido) o REM (rapid eyes movements) en
inglés.
Cuando nos vamos a dormir, en primer lugar se
produce un estado de adormecimiento o presueño, cuya duración suele ser de una
media hora y durante el cual se pasa del estado de vigilia al de sueño con una
progresiva disminución de la conciencia. A lo largo de esta fase es normal que
se produzcan ilusiones visuales o auditivas (se tiene la ilusión de oír o ver
cosas que no existen), así como que se sientan calambres, vértigos o sensación
de tropiezo.
Posteriormente, cuando ya estamos sumidos en un
sueño profundo, se van sucediendo las fases de sueño REM con las de no-REM o
sueño superficial. La primera fase REM suele presentarse entre la primera y
segunda hora del sueño, apareciendo después de forma intermitente durante todo
el período de sueño normal. A esta fase también se la denomina fase de sueño
paradójico, ya que si realizamos un trazado elentroencefalográfico (EEG)
veríamos que es muy parecido a cuando la persona está despierta, además es la
fase en que más cuesta que la persona se despierte. En esta fase es cuando se
produce la mayor parte de la actividad onírica. También en esta fase ocurren
una serie de cambios como disminución del tono muscular, aumento de la
resistencia eléctrica de la piel, alteraciones del pulso y la respiración, que
se vuelven más irregulares, aumenta ligeramente la motilidad del aparato digestivo,
se producen erecciones en el hombre y aumento del flujo sanguíneo vaginal en la
mujer. Gran parte de estas modificaciones se deben a la activación del
hipotálamo y la hipófisis, que aumentan la secreción de ciertas hormonas como
la testosterona, el cortisol o la hormona del crecimiento.
¿Qué pasa cuando soñamos?
No existe hoy en día una opinión uniforme sobre la significación de los sueños. Ya en la antigüedad se creía que los sueños se hallaban en relación con el mundo de lo sobrehumano, y que traían consigo revelaciones divinas, en especial sobre el porvenir del individuo. Incluso Aristóteles creía en la posibilidad de hallar en los sueños la indicación del comienzo de alguna enfermedad de la que todavía no podemos ser conscientes durante la vigilia por falta de síntomas.
Sigmund Freud, en su famosa obre La interpretación de los sueños escribió que los sueños eran la realización de nuestros deseos más profundos, que no podíamos llevar a cabo mientras estábamos despiertos. Según él los sueños serían la expresión de un deseo insatisfecho. Les atribuía fundamentalmente un carácter de tipo sexual. Posteriormente el mismo Freud reconoció que no siempre era así, y que también podían ser la manifestación de un problema o una preocupación, incluso la expresión de temores del inconsciente, tal como ocurre con las pesadillas o sueños angustiosos.
No existe hoy en día una opinión uniforme sobre la significación de los sueños. Ya en la antigüedad se creía que los sueños se hallaban en relación con el mundo de lo sobrehumano, y que traían consigo revelaciones divinas, en especial sobre el porvenir del individuo. Incluso Aristóteles creía en la posibilidad de hallar en los sueños la indicación del comienzo de alguna enfermedad de la que todavía no podemos ser conscientes durante la vigilia por falta de síntomas.
Sigmund Freud, en su famosa obre La interpretación de los sueños escribió que los sueños eran la realización de nuestros deseos más profundos, que no podíamos llevar a cabo mientras estábamos despiertos. Según él los sueños serían la expresión de un deseo insatisfecho. Les atribuía fundamentalmente un carácter de tipo sexual. Posteriormente el mismo Freud reconoció que no siempre era así, y que también podían ser la manifestación de un problema o una preocupación, incluso la expresión de temores del inconsciente, tal como ocurre con las pesadillas o sueños angustiosos.
Se puede decir que en mayor o menor grado el
contenido de los sueños está determinado por la personalidad del individuo, su
vida y sus experiencias pasadas. Así, el contenido más frecuente de los sueños
está constituido por los acontecimientos cotidianos vividos por la persona,
pero distorsionados por el subconsciente. De hecho se ha podido comprobar que
el contenido de los sueños está relacionado muchas veces con la actividad
llevada a cabo durante el mismo día y, muy especialmente, con las imágenes
percibidas durante los momentos inmediatamente anteriores a haberse quedado
dormido.
También se puede observar que muchos sueños acogen
recuerdos de la infancia y la juventud, trayéndonos a veces antiguos recuerdos
que creíamos perdidos. Este es un fenómeno relativamente normal, quizás sea
debido a la gran importancia que suelen tener estos recuerdos para la vida de
la persona, aunque no se ha podido demostrar.
Algunos sueños se ha observado que los tienen muchas personas, como por ejemplo creer que caemos desde una altura, soñar que volamos, que perdemos algún diente o sentirnos avergonzados porque pensamos que vamos desnudos o mal vestidos. El sueño de caer desde una altura está casi siempre ocasionado por el hecho de que, estando ya inconscientes incluso de la sensación de contacto y presión sobre la cama, movemos un brazo o una pierna de tal forma que este movimiento se vuelve en parte consciente pero de forma distorsionada y creemos que nos estamos cayendo. El sueño de perder los dientes también se atribuye a una sensación bucal momentánea y el de sentirnos desnudos se relaciona con el hecho de haber salido de las sábanas que nos cubrían.
Algunos sueños se ha observado que los tienen muchas personas, como por ejemplo creer que caemos desde una altura, soñar que volamos, que perdemos algún diente o sentirnos avergonzados porque pensamos que vamos desnudos o mal vestidos. El sueño de caer desde una altura está casi siempre ocasionado por el hecho de que, estando ya inconscientes incluso de la sensación de contacto y presión sobre la cama, movemos un brazo o una pierna de tal forma que este movimiento se vuelve en parte consciente pero de forma distorsionada y creemos que nos estamos cayendo. El sueño de perder los dientes también se atribuye a una sensación bucal momentánea y el de sentirnos desnudos se relaciona con el hecho de haber salido de las sábanas que nos cubrían.
En algunas personas hay determinados sueños que se
repiten y que generalmente están cargados de angustia. En ocasiones pueden ser
la expresión de traumas psicológicos que todavía no han sido asumidos por la
persona.
Algo curioso en los sueños es que generalmente no nos
acordamos de ellos, o sólo de los que hemos tenido en el último momento antes
de despertarnos, e incluso se van olvidando éstos con una rapidez
extraordinaria, excepto quizás aquellos que nos han producido gran impacto.
Esto es debido a que de esta manera no acabamos guardando en nuestro cerebro
recuerdos sin sentido que nos podrían confundir, pues al despertar hemos de
saber distinguir la realidad de la ensoñación, así que esta última se acaba
borrando de nuestra memoria como medida de seguridad.
El sueño en definitiva consigue apartar al individuo
de su vida despierta, así como de las presiones diurnas. Pero todavía no se ha
podido establecer exactamente cuáles son sus orígenes y funciones definitivas,
tampoco se ha podido demostrar científicamente que existan sueños
premonitorios, hasta ahora todo son hipótesis más o menos certeras de nuestra
vida onírica.
Bibliografía:
Freud, S. (1966): La interpretación de los sueños.
Madrid. Alianza Editorial.
Guzman, E. (1995): El sueño. México. Ed. Trillas.
1 comentarios:
Jim Horne, experto en sueño, dice que las mujeres necesitan mas tiempo de sueño, ya que realizan más tareas a la vez y por ende, utilizan más el cerebro.
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